Camino al fin de semana.

Se está terminando la semana, porque teóricamente termina mañana, y no quería dejar esta entrada vacía. No todos los días son viernes. Viernes es el día que más tarda en llegar, no porque allá algún solsticio o cambio en la rotación de la Tierra, ni tampoco porque haya Educación para la Salud los jueves, si no que se ve muy lejano al principio de la semana.

Me gustaría profundizar en el tema '¿qué pasa cuando se cae una bolsa de pipas en el piso de una habitación?', pero lo voy a dejar para otro momento y me voy a inclinar más en las tostadas. En qué se parecen estas a los gatos. Tienen como un tic, o una obsesión, o un problema, o llámenlo cómo quieran, que es que siempre caen igual. Una del lado de la mermelada/queso/dulce y el otro parado. Infortunadamente, que la tostada caiga del lado de lo untado no tiene nada de bueno, ya que ensucia el piso y/o te puede intoxicar si la levantás y te la comés. El gato se está salvando de quedar parapléjico.

Ahora, ¿se imaginan morir por culpa de una tostada? La respuesta más común seguramente será que uno se puede atragantar con esta al igual que con cualquier otro alimento, pero también uno puede resbalarse con la mermelada/queso/dulce que quedó en el piso luego de caída la rebanada como explicamos antes. De más está decir que esta sandez sólo me puede pasar a mi, por lo que, de ahora en adelante, comeré tostadas sentada, tomando todas las precauciones necesarias.

Las tostadas, pequeña delicia de la vida diaria de muchos argentinos, uruguayos, canadienses, checoslovacos, rapatapablasqueños, en fin.. de casi todo habitante que desayune por la mañana.

Increíblemente, hace mucho tiempo que no como una. Habrán pasado dos meses luego de mi última ingesta. Mejor me voy a abajo a pedirle a mi madre que me prepare un par con dulce de membrillo o dulce de leche.

¡Hasta la próxima!

Á.


Listening to: "Always" by Atlantic Starr.