Hello. Goodbye.

La entrada Nº 55 de este impopular blog es para alguien que en el día de la fecha comenzó sus largas y meritorias vacaciones, mereciéndome un gran reconocimiento.

Comenzó como una profesora más, digamos que su título universitario así la nombra, pero al cabo de un par de meses se volvió algo más importante, la desburradora más carismática, genial e inigualable que conocí (o conocimos, compañeros). Nos mostró la Literatura de una manera objetiva y didáctica, recordándonos siempre que bajo ninguna circunstancia nos guardáramos nuestras ideas en el bolsillo. Por supuesto, no debo olvidarme de sus comentarios irónicos que a más de uno le dibujo una sonrisa, hasta en los momentos menos ocurrentes. Y si bien yo soy la primera galardonada de la Comisión Única Internacional de Distraídos y Atolondrados Desopilantemente Ocupados (¡C.U.I.D.A.D.O.!), esta persona anda por el tercer puesto.
Gracias a ella, a su manera de enseñar, más de uno descubrió su vocación y se desahogó escribiendo alguno de esos textos de opinión, dejándola boquiabierta en ocasiones.
Pero espero que esto no suene a despedida, porque todavía el Universo es nuestro hogar y tengo pensado verla muchas veces más.
El tiempo, vuela, pero en estos.. ¿cuántos? ¿tres años?, usted fue una de las personas que voy a poner en la pequeña y desordenada repisa de mi vida.

Esta breve y humilde reseña hace referencia a un ser humano que soportó a cientos, y por qué no, a miles de jóvenes con las hormonas en huelga, cual grupo de trabajadores pidiendo un aumento salarial. Sería genial que las generaciones venideras tuvieran a alguien así de educador.
Es un honor en todo sentido. Con más personal de estas características, el cosmos sería muchísimo mejor.

En fin...
Margarita, la adoro (o adoramos).
Nos estamos viendo.

Á.


Listening to: Fito maullando porque quiere comer.